domingo, 14 de diciembre de 2008

Se volvieron comerciales, ya no me gustan

La palabra comercial ha sido demasiado utilizada, bordeando actualmente el limite de lo cliché, para algunas personas toda expresión artística que en un inicio fue conocida y apreciada en un circuito underground pasa a ser conocido por un grupo mayor, automáticamente pierde valor, “se volvieron comerciales”, “se vendieron” son expresiones que se utilizan para automáticamente descalificar la obra de un literato, músico o artista plástico.

Primero hay que mencionar que muchas de las personas que están dentro de los circuitos underground (coloquialmente a veces conocidos como “la movida” para los miembros), tienen un mayor conocimiento y una real identificación con la filosofía, estética e ideales de la corriente artística, lo cual les confiere una capacidad mayor para apreciar la obra y al artista que la crea.

Pero como ya mencione anteriormente también cierto que en los círculos under es común encontrarse con personas que desprecian lo comercial por el simple hecho de serlo, estas personas no toman en cuenta un detalle que desde el momento que un grupo vende un disco, un escritor vende un libro, desde el momento que se cobra por al entrada a un concierto o a una exposición de arte, ya se esta siendo “comercial”.

Vivimos inmersos en un mundo donde la economía es un factor bastante importante, quizá en una sociedad mas utópica, el dinero deje de tener importancia y las personas harían lo que hacen por simple gusto, pero mientras que no cambie esta situación el arte es y sera comercial. El artista como todo ser humano tiene necesidades económicas, por lo cual si desea dedicarse a tiempo completo a la producción de sus obras necesita obtener dinero a través de su talento, ya que sin este dinero no podría ni siquiera satisfacer sus necesidades básicas y menos aun crear mas obras.

Imaginemos el caso de un artista extremadamente creativo y talentoso, pero que no quier vender su obra, es decir no desea obtener ningún beneficio económico por su trabajo artístico y que además no tiene ninguna entrada externa de dinero como podrían ser: una familia pudiente, un mecenas, una herencia de un antepasado rico, etc, etc. Se vera obligado a trabajar en alguna otra actividad que le reporte beneficios económicos, lo cual implica que el tiempo que dispone para poder crear es menor al que dispondría en el caso que se dedicara a tiempo completo a la creación artística, lo cual a su vez disminuye el numero de obras producidas. Si estamos hablando de un literato por ejemplo, este escritor en lugar de entregarnos diez obras maestras de la literatura, tal vez nos entregue uno o dos cuentos prometedores, solo por el hecho de no haber querido obtener ninguna retribución económica de sus libros.

Ahora también reconozco que en ese mal uso de la palabra “comercial” se puede detectar un fastidio por un problema que penosamente es real, y por aun cada vez es mas común en lo que se conoce como mainstream o circuito comercial (lamentablemente tuve que usar la palabra “comercial” ya que es la utilizada para designar dicho circuito), la banalización del arte, el cual queda convertido en simplemente un producto.

Para muchas disqueras/productoras cinematográficas/casas editoriales la dimensión artística deja de ser lo mas importante en una canción/película/libro, siendo para ellos lo único relevante la maximización de las ventas, todo lo demás carece de importancia, la creatividad, la innovación, el ser arriesgado se consideran elementos inclusive perjudiciales ya que pueden repercutir en una disminución del publico objetivo y por lo tanto el nivel de ventas. Así es como surgieron las radioformulas simplistas que apelan a una melodía simple y pegajosa, los libros de autoayuda que dicen los mismos engaños una y otra vez, las películas que sin ofrecernos el mínimo valor artístico nos bombardean con efectos de sonido, repitiendo los mismos clichés argumentales.

Sin embargo dentro de lo mainstream, lo comercial, existen artistas que sin perder su esencia han llegado a tener un niveles de ventas considerables. Un ejemplo de esto es la conocida banda de heavy metal “Iron Maiden” (si esos rockeros ingleses que ya se acercan a la base cinco, que van a venir por primera vez a nuestro país y muchos hemos esperado largos años para poder verlos), sin necesidad de cambiar su estilo musical para aumentar el nivel de ventas han llegado a ser uno de los actos musicales con mayor existo en el mundo.

Se mantuvieron fieles a su estilo, a sus creencias, a sus ideales, a su concepción artística y a pesar de ello obtuvieron el éxito y la gratificación económica, de mi parte solo queda felicitarlos ya que ellos en un principio no buscaron dinero, buscaron de hacer música y el dinero vino a ellos no como una causa sino como una consecuencia de su talento.

Admito que cuando escucho a un ignorante hablar alegremente y sin ningún conocimiento real acerca de una banda o un escritor que sean de mi agrado, se me avinagra el hígado, sin embargo luego recuerdo que el artista no es responsable por las personas que aprecian, o en este caso dicen apreciar, claro esta por el simple hecho de aparentar lo que no son, su trabajo.

Para redondear solo me queda por decir que me parece que el uso del termino comercial, así como la descalificación basada en el nivel de ventas están ambos errados. Lo que le da valor artístico a un álbum, a un libro, a una pintura o estatua, no es el solo ser conocida por un pequeño grupo humano perteneciente a un circuito paralelo.

El valor real del arte reside en la capacidad del artista en poder plasmar, comunicar y expresar adecuadamente sus sentimientos, emociones, pensamientos e imaginación en su obra, siendo esto independiente del nivel de ventas que se obtenga. Vuelvo a repetir que lo despreciable no es vender bien, lo despreciable es cambiar nuestras convicciones con el fin de vender bien.

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